Para el escritor e historiador israelí Yuval Noah Harari, autor del libro: 21 Lecciones para el Silgo XXI, los tres principales retos a los que se enfrenta la humanidad son:
1- Desafío ecológico. Estamos matando al planeta.
2- La tecnología. Estamos creando algo que es más poderoso que nosotros.
3- Las guerras. Tenemos una tendencia a hacernos cosas terribles entre nosotros.
La realidad es que vivimos en un planeta donde todo parece una simulación, pues no entendemos que los daños que estamos causando, o que podemos causar, son mucho más grandes que nuestra capacidad de sobrevivir.
La tecnología, aunque maravillosa para cuestiones positivas, también es la puerta a un tremendo daño para la humanidad. La IA (Inteligencia Artificial) se está convirtiendo en una herramienta muy poderosa que nos puede ayudar pero que quizás nos pueda destruir. Según especialistas, estamos cerca del punto de la singularidad, el cual es entendido como la noción de que las máquinas puedan llegar a ser más inteligentes que los humanos, y de ahí, nada volverá a ser como antes. Tal parece que en 2030 llegaremos a ese punto.
Hace unos días ganó la presidencia de Estados Unidos el republicano Donald Trump, el economista que con 78 años ejercerá su segundo mandato no consecutivo en el vecino del norte.
Su campaña fue bastante particular, y aunque su triunfo se esperaba por muchos analistas, el resultado de la contundencia de su “marea roja” sorprendió al mundo entero.
Trump gana las elecciones de un país molesto con la situación económica, la inmigración ilegal, y la pérdida del liderazgo estadounidense en medio de un mundo donde China cada día crece más; pero lo que es cierto, es que la campaña de Trump tuvo un manejo impresionante en el uso de la tecnología, en espacial las redes sociales y la IA. La red “X”, del empresario Elon Musk, se convirtió en el estandarte principal para difundir su discurso.
Lo interesante para analizar es como las redes sociales y sus noticias, la IA, y en general la tecnología se han vuelto en el elemento diferenciador a la hora de ganar unas elecciones. Las redes sociales, por ejemplo, tienen un poder impresionante. La libertad de manipular y de mentir se democratizó. Cada día vemos como estas redes están plagadas de noticias falsas o manipuladas que llevan a las sociedades a tener visiones diferentes de la realidad. El dominio de la narrativa geopolítica que antes estaban en las manos de CNN o la BBC, ahora la tienen las redes y la IA.
Según el filósofo y sociólogo francés Jean Baudrillard “tenemos todavía en occidente una visión hipócrita e ingenua de los medios, en medida que, contra toda evidencia concreta, seguimos esperando que alguien los utilice correctamente”. Y es que la ética en el discurso noticioso cada día nos deja más dudas. Vivimos en el mundo donde las fake news son comunes y la integridad se deja de lado. Hoy parece que estamos viviendo una relación de sumisión con la tecnología, donde poco cuestionamos y analizamos, pero donde creemos que, si algo está en ella, entonces es cierto.
El mundo vive un momento complejo, uno donde la realidad es una, y la creada es otra. Necesitamos urgentemente dejar de lado el cinismo y pugnar por la ética en el uso de la tecnología y la información; de no hacerlo, estamos cada día mucho más cerca de vivir en un mundo paralelo, uno donde ya no sabremos qué es y que no es real, con consecuencias tremendamente complejas para la humanidad.
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