Termina el sexenio de Andrés Manuel López Obrador y nos deja un México con bastantes particularidades.
Según una encuesta del periódico El Financiero, AMLO termina con una popularidad del 68% el mejor nivel desde el 2019, y por encima de sus tres predecesores inmediatos.
Una mala:
El ahora ex presidente de México prometió acabar con la corrupción, y la realidad es que no se logró ningún avance en este tema, incluso la percepción de corrupción aumentó significativamente. Según transparencia internacional, México ocupa el lugar 126 de 180 países evaluados, lo que nos ubica al nivel El Salvador, Kenia y Togo. De los países miembros de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) somos el que tiene el peor resultado en materia de corrupción. “Aunque se abren cientos de carpetas de investigación por posibles actos de corrupción, las sanciones no llegan. Tampoco se han recuperado los activos desviados o se ha conducido una apropiada reparación de daño para las víctimas. De hecho, el Estado mexicano no reconoce a los ciudadanos y contribuyentes del país como víctimas en las tramas de corrupción que han sido documentadas y expuestas ante la opinión pública”, señaló Transparencia Mexicana.
Una buena:
El presidente prometió disminuir la pobreza y lo logró, bajándola un 9,8% entre 2010 y 2022; aunque la pobreza extrema subió ligeramente entre 2018 y 2022, pasando de 8,7 millones a 9.1 millones de personas. Cabe señalar que la pobreza no es uniforme en todo el país, pue existen marcadas diferencias entre los estados de la república. Baja California, Colima, Sinaloa y Chihuahua son los estamos que más lograron disminuir la pobreza. Lo que sí es una realidad contundente es que AMLO logró visibilizar la pobreza y las desigualdades en el país. Difícilmente una siguiente campaña política no señalará a la pobreza como un gran reto para México.
Particularmente creo que AMLO cimentó proyectos interesantes de infraestructura en el sur del país que seguramente ayudarán al desarrollo de esta región. También creo que el programa de apoyo como Jóvenes Construyendo el Futuro que ha permitido a personas emplearse en empresas las cuales entrenan al prospecto, y el salario y la seguridad social es asumida por el estado durante un año, ha sido bastante exitoso, y podría ser parte del crecimiento de personas vulnerables. Pero debemos ser claros, AMLO nos deja un país sumido en una violencia interminable y normalizada desde las máximas autoridades. Los cerca de 200 mil muertos con el que se cierran 6 años de sangre, parece importar poco, pues durante este sexenio se minimizó una guerra que afecta a todos por igual. Hoy no hay ningún estado que se salve de la rapaz lucha de la delincuencia organizada y no organizada, por apoderarse de cada rincón de México, frente a la indolencia de quienes deben garantizar la seguridad de los mexicanos.
AMLO se va con una gran popularidad y pasando a la historia como un presidente querido por gran parte del país, pero también alguien que ayudó a dividir aún más a México, una división entre ricos y pobres que nos aleja de la necesidad de empujar todos hacia un mismo lugar, hacia la construcción del país en el que todos soñamos vivir. Quedan pendientes los resultados en salud, en educación y en otras áreas prioritarias para el país. Ahora viene un tremendo reto para la primera mujer presidenta de México, y desde ahora todos nos debemos sumar en la esperanza de que juntos podamos unir fuerzas para que a México le vaya mucho mejor.
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